A lo largo de los años los cazadores, taurópatas, peleteros y demás colectivos de maltrato amimal, amparado por la ley, han usado como absurdo intendo de desprestigio del colectivo defensor de los derechos de los animales, los posibles conflictos entre las distintas organizaciones.

 Y digo absurdo porque no le veo relevancia alguna al hecho de que existan desacuerdos entre organizaciones o personas con un mismo objetivo. No veo en que momento los desacuerdos pueden valer para desprestigiar la labor social que se lleva a cabo. Es como si dos grandes cirujanos fueran puestos en duda por usar técnicas distintas en sus intervenciones. Incoherente. 

Un claro ejemplo de estos intentos de ataque es un artículo que me encontré hace poco en un medio dedicado a la caza, “Guerras internas del animalismo con repetidas luchas que no cesan”, el cuál me llamó especialmente la atención porque hablaba de Alicante, más concretamente hablaba de la organización a la que represento, de mi propia persona y de asociaciaciones compañeras con las que llevo años denunciado la grave y triste situación que pesa sobre la gestión del  servicio de recogida de animales del municipio, contratado por el Ayuntamiento.   

En la introducción al artículo se explicaba que el motivo de escribirlo estaba relacionado con otro artículo anterior y escrito por el archienemigo de los animales Raúl Mérida, de titulo “Al animalismo se viene duchado de casa”  en el que arremete contra los “animalistas” y el daño que estos hacen a los animales con sus actuaciones. De paso, como quien no quiere la cosa, resalta su faceta irreal e inventada de super héroe y su buen hacer en su condición de animalista o defensor de los animales, cada uno como lo quiera llamar, cualquiera de las dos formas pierde el sentido si se asocia con este señor. 


Y es precisamente ese detalle el que quiero resaltar de este artículo, el hecho de que no se puede considerar guerra entre animalistas a una guerra en la que sólo una de las partes lucha por los derechos de los animales y la otra por lo que lucha es `por sus propios intereses. Y que, además, para conseguirlos a quien pisotea es a los propios animales. Entiendo que quizá es un sutil detalle para la mente de un cazador pero creo que tengo un ejemplo que le hará entender.  Estoy segura de que a pesar de dar muerte a animales por gusto, que ya de por si es bastante preocupante que esté respaldado legalmente, si se diera el caso de que saltara  los medios  una noticia relacionada con la caza furtiva, los cazadores que realizan las mismas prácticas pero de manera legal, se molestarían y ofenderían si fueran relacionados o lo que es lo mismo, metidos en el mismo saco.

¿O no es así? No sería la primera vez que escuchara decir a un señor con una escopeta en la mano, un atuendo muy pintoresco, un jabalí desangrándose a su vera y un ensordecedor ruido de fondo de perros ladrando como si no hubiera un mañana decir que él no tiene nada que ver con el cazador furtivo y los de su estirpe, que él nunca cometería una barbaridad así.  

Pues en la realidad no, pero en la mente de un cazador esto de lo que le hablo si que serviría de comparación. Y digo que en la realidad no lo es porque la única diferencia entre los cazadores legales y los ilegales es cuando se dispara o a que especie o rango de especie se dispara. Y sin embargo lo que usted llama guerra de animalistas en su artículo, que he de decir que ha sido uno de los desarrollos mejor plasmado de la cronología de los hechos que he leído sobre las denuncias a Raúl Mérida, en realidad es una denuncia de todo un colectivo que verdaderamente defiende los derechos de los animales  a una persona que está mucho más cercana de ser un cazador que de priorizar el bienestar animal a su propio bienestar.   Todo colectivo tiene sus más y sus menos, eso es una realidad inevitable, diría yo, pero es una lástima que con el gran trabajo de investigación que parece haber detrás de ese artículo, no se tenga en cuenta este detalle que hace que su intento de desprestigio quede, cuanto menos, ridículo o carente de sentido.  Los que realmente defendemos a los animales estamos a lo que estamos, y no perdemos de vista el objetivo. Uno de esos objetivos, como bien saben los de su colectivo, es acabar con la caza en cualquiera de sus modalidades y mucho más cando se justifica relacionándola con el ecologismo, el control poblacional o el equilibrio natural, como si fuera un bien necesario.

La caza tiene de necesario o de bien lo que la tauromaquia de cultura, NADA. Y para que se quede en NADA es para lo que trabajamos cada día los verdaderos defensores de los derechos de los animales.  Mientras los demás que discutan lo que quieran que ni por esas perderemos de vista nuestra meta. 


QUE TODO EL MUNDO SE ENTERE...

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